Cómo crear un plan de contenidos que interese

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Hoy en día existe tanta información alrededor de los planes de contenidos que muchos pierden el foco de lo verdaderamente importante. Resulta tan difícil que un contenido interese que todas las reglas existentes deben someterse a la idea que consiga atraer espectadores. Podría emplear palabras más adaptadas a nuestro tiempo: como seguidores, usuarios, audiencia, buyers, público objetivo… Y aunque es cierto que el término espectadores no enmarca a aquellos que interactúan con el contenido, me parece que nombrarles de esta manera nos ayuda a entender que no se trata de conocer y dar respuesta a las preguntas de los usuarios exclusivamente, sino también, de ofrecer contenido de valor, aunque no existan todavía preguntas sobre ello.

Pongo un ejemplo: actualmente estamos desarrollando el plan de contenidos de la consultora estratégica Considera. Podríamos analizar qué preguntas se hacen sus potenciales clientes en el ámbito de la consultoría. Pero más relevante que eso supone encontrar el valor diferencial de la marca, o una motivación esencial de la misma o el propósito que desea alcanzar tras esa motivación. Cualquiera de esos aspectos nos ayudaría a crear una línea argumental para el plan de contenidos. De entre ellas, elegimos significar el argumento de venta, esa diferencia que hace que Considera hoy lidere el conocimiento más avanzado en consultoría.

Por dos motivos: por poner en valor esa peculiaridad, pero, también, porque esa diferencia es a todas luces una novedad en contenido. Se trata de la capacidad de Considera de conectar conocimiento de diferentes áreas de actividad, de tres en concreto: gestión pública y evaluación, desarrollo territorial y dinamización social, y sostenibilidad y transformación digital. 

Su directiva ha elegido el camino de conectarlas, del conocimiento transversal, el único capaz de rentabilizar esfuerzos y recursos, alcanzando mejores resultados gracias a la suma de enfoques dispares y diversos. Si nos hubiéramos quedado en la pretensión de dar respuesta a las preguntas del público objetivo, o de hablar de nosotros sin conocer las razones que nos mueven, habríamos perdido la oportunidad de magnificar esta singular estrategia en consultoría y habríamos desperdiciado un contenido que provoca grandes expectativas para un usuario que premia lo nuevo.

No siempre se cuenta con un cliente tan diferencial para generar contenidos, pero si ya empezamos a mirar únicamente al usuario y nos olvidamos de la marca, del producto o del espectador curioso por la novedad en general, podemos perdernos historias realmente relevantes.