Estaba un anciano a las afueras de su pueblo, sobre una colina, cuando llego un viajero que le preguntó:
– Óigame señor, la gente de este pueblo, ¿cómo son?,
El anciano lo miró y le dijo:
– Los del pueblo de donde viene, ¿cómo son?,
A lo que el viajero contestó:
– “Son muy mala gente, no respetan nada ni a nadie”.
El anciano hizo un silencio y le dijo:
– Los de este pueblo son iguales.
Unos minutos después, llegó otro viajero y dirigiéndose al anciano le preguntó.
– Buen hombre, la gente de este pueblo, ¿cómo son?,
El anciano lo miró y le dijo:
– Los del pueblo de donde viene, ¿cómo son?,
A lo que el viajero contestó:
– “Son gente magnífica, respetables, trabajadores y buenos vecinos”.
El anciano hizo un silencio y le dijo:
– Los de este pueblo son iguales.